Malandro: «En la plaza, como en la mesa, quien no arriesga no triunfa»
Malandro es varios restaurantes en uno, y cada planta ofrece una experiencia distinta

Sevilla es una ciudad donde los cambios necesitan un tiempo, y los grandes proyectos llegan a cuentagotas. Hemos tenido aperturas como Río Grande o Casa Ozama que ocuparon muchos titulares en los últimos años, pero el que tenemos más reciente es Malandro.
Un ... establecimiento que ocupa un edificio completo en la calle Gracia Fernández Palacios, justo en el lateral de la plaza de toros de La Real Maestranza de Sevilla, incluso tiene una terraza donde se puede disfrutar del sorteo previo a la corrida. Tres plantas con diferentes ambientes. La baja, mas distendida, cuenta con la carta más amplia y con una cocina non-stop. En la primera, las brasas se adueñan de la oferta, un restaurante más al uso y que cuenta con ambientes tanto de interior como de terraza. El broche lo ponen con su segunda planta donde ya no hay cocina, pero si coctelería.

Como veis, Malandro es varios restaurantes en uno, en este caso opté por ir a su planta baja, su bar, donde a mi gusto, tienen la propuesta más divertida. Se combinan productos de abacería de lujo, con una cocina sencilla, sin excesivas estridencias. Añaden, una bodega interesante, con referencias que se salen de la norma, eso sí a unos elevados precios.
Empezamos con una semi-mojama de salmón de Alaska, que traen con unas almendras fritas, muy interesante ya que la curación no se ha llevado la textura del salmón pero si lo ha cocinado lo suficiente para romper sus fibras. En cambio, la ensaladilla de gamba me resultó confusa, emulsionan la mahonesa con diferentes aceites, lo que hace que dejen de tener personalidad y se diluyan.


Nos vamos ahora a su sección de montaditos, el bikini chorreante de cheddar y pastrami ahumado es una delicia, esta famosa carne americana de origen judío es fantástica en un emparedado, sin embargo, el mollete de gambas con alioli de ajo negro, me resultó intrascendente, con un pan mediocre además.
Los platos principales que probamos fue una tortilla vaga, al estilo del famoso bistró madrileño sacha, con piparra y chorizo picante, resalta por encima el maravilloso producto ibérico que utilizan de Tartessos. Finalizamos con su solomillo de vaca sobre pastel de patata, taco de foie y salsa perigourdine, es que no me podía ir sin probar algo de su brasa, columna vertebral de su restaurante.


Que se abran estos proyectos en nuestra ciudad es de admirar, con una cocina a la que se pone mucho trabajo pero que a veces es difícil de controlar, entre otras cosas, por el gran volumen del mismo establecimiento.
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